domingo, 23 de marzo de 2014

Lazarillo del siglo XXI

Sevilla, 21 de marzo 2014 

Estimado señor defensor del menor,

A continuación, le expondré mi caso tal y como usted ha solicitado. Soy un niño de dieciséis años llamado Pedro Meléndez, nací en 1998 en el barrio de Los pajaritos en Sevilla, en una familia con pocos recursos económicos. Soy el menor de cinco hermanos, pertenezco a la casta gitana, de lo cual me siento muy orgulloso. Mi estatura es baja para mi edad y soy muy introvertido. La gente me suele decir que tengo cara de bueno, por ello se han aprovechado muchas personas de mi a lo largo de mis dieciséis años de vida.


Nada más nacer, al ser el menor de mis cinco hermanos y como ya he dicho, al vivir en una familia de escasos recursos, tuve que aprender a valerme por mi mismo, mi padre era alcohólico y sinceramente, no sé si está vivo o muerto, ya que hace que no lo veo ni se nada de él desde que tenía cuatro años. Mis hermanos nunca me prestaron mucha atención, no me sentí querido nunca por ninguno de ellos, jamás entendí por qué me excluían siempre, mientras que ellos estaban muy unidos. En cuanto a mi madre, siempre estaba trabajando para poder sacarnos adelante, aunque la pobre aún así no podía. Tampoco sentí nunca por su parte mucho cariño, nunca se interesó por mis notas en la escuela, ni por mi estado de ánimo, quizá por ser el más pequeño, y por haber nacido en la época en la que supongo que mis padres ya no estaban bien. El único apoyo que tuve fue el de mi abuela paterna, que aún no sabiendo el paradero de mi padre y no llevándose bien con mi madre, siempre supe que me quería más que a mis hermanos, siempre me decía que le recordaba a su hijo, y a mi me encantaba que me lo dijera. A lo mejor, todo esto es la causa de mi timidez y la inseguridad que tengo en mi mismo, siempre pienso que no voy a ser aceptado, pero aún así sé que nadie va a cuidar de mi si no lo hago yo, por lo que intento dejar todos mis miedos aparte y afrontar las cosas tal y como vienen.

Cuando tenía nueve años, ya estaba muy avispado, no aguantaba más la situación de mi casa y mi familia, así que decidí que tenía que huir de ahí fuera como fuese, y con todas las consecuencias, intentar cuidar de mi mismo. Busqué a través de unos conocidos a un grupo de personas que ofrecían un puesto de trabajo, y buscaban a un niño de mi perfil, con lo cual, inocentemente lo acepté sin pensarlo.

Cuando llegué y los vi, sabía que algo no iba a ir bien, me había metido en una banda de narcotraficantes, que me querían usar como tapadera para pasar la droga sin que nadie sospechara, ya que nadie iba a pensar que un niño con la cara de bueno que yo tenía, según todo el mundo, iba a ser en realidad un “camello”. Al principio, no me desagradaba la idea siempre y cuando no me metiera en ningún lío, pero poco a poco aquello se fue convirtiendo en un infierno, se iba haciendo muy complicado y me ponía nervioso al hacer el trabajo que llevaba tiempo haciendo. Además mis jefes cada vez me metían más presión y yo me iba haciendo mayor y dándome cuenta de lo malo que era lo que estaba haciendo, me sentía sucio. A pesar de donde vengo y de todos mis problemas familiares siempre me he considerado una persona de buen corazón y que sabe decir lo que está bien y lo que está mal. La gota que colmó el vaso fue cuando un día estaba haciendo mi trabajo, había quedado con las personas a las que les iba a pasar la droga en un callejón, mi sorpresa fue que cuando llegué no había nadie, era todo una trampa. De repente, cuando llegué me encontré con dos policías, que salieron de cada uno de los lados del oscuro callejón, cuando me vieron parecían muy sorprendidos, como era lógico no se esperaban a un niño tan bajo y aparentemente bueno realizando ese trabajo. Yo no opuse resistencia, no tenía posibilidades de huir, además de que iba a ser mucho peor.


Me llevaron a un centro de menores, no sabía el tiempo que iba a estar ahí, pero me sirvió de mucho mi estancia en ese horrible lugar. Yo ya había vivido muchas experiencias y había conocido a toda clase de personas, había visto a amigos mios teniendo que pedir dinero para poder comer, gracias a Dios yo no tuve que pasar por nada así, pero en este centro, vi todo en lo que no me quería convertir cuando fuera mayor, y que sabía que si seguía ese camino iba a acabar siéndolo, vi desde chicos sin estudios que no tenían ningún futuro, hasta chicas que se habían prostituido y que los agentes las habían salvado de la calle, y habían intentado darle otra oportunidad para hacer las cosas bien. Entonces, comencé a reflexionar sobre donde estaba dirigiendo mi vida, y sobre los cambios que tenía que hacer en ella si quería ser algo importante y poder valerme por mi mismo.

Desde entonces, decidí que tenía que cambiar, empecé a estudiar, volví al colegio y me fui a vivir a casa de mi abuela, aunque siempre me tenían muy controlado los directores del centro, pero a mi me daba igual, yo tenía muy claro lo que quería ser. He estudiado muy duro, ya que debido a los años de atraso en el colegio que tenía, me ha costado mucho, pero hoy puedo decir con mucho orgullo que acabo de terminar la ESO con un siete y medio de media y que si todo sigue así, gracias a las ayudas que me esta dando el gobierno y a mi esfuerzo, dentro de dos años empezaré la carrera de psicología y así podré ayudar en el futuro a niños con problemas, como tuve yo, y ayudarles a avanzar, para poder darles una segunda oportunidad y darle a su vida el rumbo que ellos quieran, no el que ha sido impuesto por sus problemas familiares y sociales.

Un saludo, 

No hay comentarios:

Publicar un comentario